Si estás atravesando problemas emocionales o de pareja, **NO se los cuentes a tus hijos**. No los involucres en tus dudas, tus miedos, tus conflictos internos, tus enfados o tus pesadillas. Los niños no tienen la capacidad ni la responsabilidad de lidiar con los desafíos emocionales de sus padres. Su papel no es ayudarte, sostenerte o ser tu consuelo. Ellos no saben cómo hacerlo, no deberían hacerlo y, sin embargo, lo intentarán, porque harían **CUALQUIER cosa por ganarse tu amor**.

¿No te das cuenta de que los asustas y los confundes al exponerlos a tus complejidades, ansiedades y sufrimientos? Al compartir con ellos cargas que no les corresponden, los empujas a un terreno emocional que no pueden comprender ni gestionar. Les robas la tranquilidad que necesitan para crecer sanamente y los colocas en una posición que no les corresponde.

No te engañes justificando este comportamiento con ideas como que “así aprenderán a gestionar sus emociones” o que “es bueno que sepan lo que está pasando”. En el fondo, sabes que lo haces porque **tú lo necesitas**, porque ellos están ahí, dispuestos a escucharte, porque son los únicos que nunca se alejarán de tu lado. Pero al tratarlos como paños de lágrimas, como “amigos”, como “novios/as” emocionales o como psicólogos improvisados, **LES ROBAS LA INFANCIA**.

Les obligas a crecer antes de tiempo, a renunciar a su inocencia y a asumir responsabilidades emocionales que no les corresponden. Los dejas en el desamparo. Porque, ¿cómo podrán tus hijos confiarte sus propios miedos, sus propias inseguridades o sus propios sufrimientos si sienten que tú eres incapaz de manejar los tuyos? Los empujas a interiorizar la creencia de que sus problemas no son importantes, de que los únicos que importan son los demás.

Crecerán sintiendo que su valor radica en estar siempre disponibles para los otros, que su propósito en la vida es ayudar y salvar a los demás, mientras descuidan sus propias necesidades. Y así, convertidos en adultos hambrientos de afecto, en “salvadores” de personas dañadas, arrastrarán patrones emocionales que les impedirán disfrutar plenamente del amor o establecer relaciones sanas.

Por eso, **¡DESPIERTA!**

Ama a tus hijos con todo tu corazón, pero no los utilices como tu sostén emocional. Si estás enfrentando problemas emocionales o de pareja, busca el apoyo de adultos de confianza, amigos o profesionales capacitados que puedan realmente ayudarte. No cargues a tus hijos con pesos que no les pertenecen y que sólo añadirán más confusión y estrés a sus vidas.

### Algunas pautas importantes:

1. **Sé transparente, pero sin sobrecargar.**
Si tus hijos te hacen preguntas sobre lo que está sucediendo, puedes responder de manera breve, adaptada a su edad y procurando no causarles miedo ni angustia innecesaria. Por ejemplo, si preguntan por un conflicto entre los padres, una respuesta simple como: “Estamos teniendo desacuerdos, pero estamos trabajando para resolverlos” puede ser suficiente. La clave es que no se sientan responsables ni involucrados en el problema.

2. **Recuerda tu rol como adulto.**
Los niños no están al servicio de los adultos, sino al revés. Es tu responsabilidad proteger su bienestar emocional y brindarles un entorno seguro donde puedan crecer sin sentirse obligados a cargar con tus problemas.

3. **Busca ayuda profesional.**
Si te sientes abrumado por tus emociones o conflictos, acude a un terapeuta o consejero que pueda orientarte. Hablar con un profesional no sólo te ayudará a superar tus desafíos, sino que también te permitirá ser un mejor apoyo emocional para tus hijos.

4. **Fomenta su seguridad emocional.**
En lugar de compartir tus problemas con ellos, céntrate en escucharlos, en apoyarlos y en ayudarlos a construir una base sólida de confianza en sí mismos. Tu estabilidad emocional será un ejemplo valioso para su desarrollo.

Recuerda siempre que los niños necesitan padres que los guíen, los amen y los protejan. Al preservar su inocencia y evitar cargarles con tus problemas, les permites vivir su infancia plenamente y desarrollarse como adultos emocionalmente saludables.

**Los niños no son el refugio emocional de los adultos.**
Ellos necesitan un refugio en ti.

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