Lacan, en el seminario “El reverso del psicoanálisis”, formaliza cuatro discursos, los cuales se relacionan entre sí de manera dinámica y variable, entre los lugares y los elementos. Es la lógica de un lazo social, como lo define en la conferencia de Lovaina. Esta conceptualización nace en medio de las huellas que el “mayo francés” deja en la población, y por supuesto en Lacan. Quien practica el psicoanálisis indefectiblemente hace lazo con la sociedad en la que vive, no es ajeno a ella. El desarrollo del ejercicio profesional está determinado por la época en la que ejerce su práctica.
Los real de la realidad insiste y toma forma en los diferentes análisis. La pandemia del año 2020 tuvo efectos en la práctica, así como también el ritmo de inflación o la introducción de las billeteras virtuales que llevan a pensar el modo en el que se cobran los honorarios. Lo epocal es parte de nuestra práctica, incluso en el modo en el que nos formamos, la virtualidad llegó para quedarse. Tiene un efecto ¿Pero el psicoanálisis tiene algún tipo de efecto sobre la época en la que vive?

Freud en su presentación autobiográfica agrupa textos que son presentados como “problemas culturales”, a los que dedica un tiempo importante de su escritura, con especial énfasis en los últimos años de su vida, donde aplica lo elaborado a través de los años para escribir ensayos sobre temas de la época que lo atravesaban. Parte de la experiencia adquirida como analista para presentar textos por fuera del campo clínico tradicional. Su formalización se desarrolla bajo un contexto de época, la primera guerra mundial, la epidemia de gripe española (en la que pierde a su hija), el surgimiento posterior del nazismo y la anexión de Austria por parte de este, con la posterior salida de Freud hacia Gran Bretaña donde pasa los últimos años de su vida. Eventos que dejan huella en sus intelecciones psicoanalíticas. Lo real insiste y se permite elaborar escritos donde los fenómenos colectivos están en relación al sujeto que consulta.
Partiendo desde su clínica se pregunta sobre el sujeto de su época. Hay una aproximación teórica que permite construir conceptos que van desde lo singular a lo particular del contexto epocal. Tiene algo para decir en relación a los sujetos que analiza y el mundo en el que convive. En la actualidad nuestra práctica se desarrolla en otras circunstancias, en otra época, en otras latitudes. Y alguna construcción se puede hacer al respecto, pero ¿En qué contexto? ¿Dónde? ¿De qué manera?

La práctica analítica actual cuenta con recursos varios, a diferencia de inicios del siglo XX. Existen núcleos donde los psicoanalistas conversan entre sí y hacen comunidad, puede ser en la formalidad de una escuela, en jornadas o dentro del ámbito académico de una universidad. Es la transferencia que cada quien hace con estos espacios donde continúa formándose y produciendo. Es poner en juego el deseo de ser analista, con colegas, con amigos. Es juntarse y pensar con otros, es el desafío de lograr salir de una práctica individual y pasar a una colectiva, donde se piense la misma, pero también el contexto en el que se ejerce. Pensar la práctica singular del caso y a su vez pensar los puntos de interés de la teoría psicoanalítica por fuera del consultorio.
Una de las dificultades del encuentro meramente entre colegas es que las producciones, debates o preguntas que se hacen sobre el análisis del presente son puertas adentro, pudiendo terminar en un enquistamiento de la propia práctica psicoanalítica. El desafío verdadero es ir al encuentro con otros que no tengan la teoría psicoanalítica como base de formación. ¿Cómo insertarse en estos lugares?

Son los espacios, de esfera pública, en los que se habla de psicoanálisis con personas que no tienen un conocimiento específico de la disciplina, más allá del imaginario que puede circular al respecto de ciertos conceptos populares (léase edipo, inconsciente, represión, entre otros) y que son parte del “sentido común”. Si partimos de los diferentes ámbitos de inserción podemos jugar con el término de “psicoanálisis aplicado” como los lugares en los que un practicante del psicoanálisis ejerce y convive con otros saberes que se presentan en la mesa de trabajo. En estos espacios el psicoanálisis tiene su lugar, desde su construcción teórica, para decir algo al respecto de la práctica que se lleva a cabo.
Por otro lado, existen espacios en diferentes medios de comunicación masivos en los que se convoca a un psicólogo con orientación psicoanalítica a conversar sobre actualidad o tópicos de interés popular. Hay quienes aparecen en la televisión, otros escriben libros o publican notas en diarios, en la radio hay quienes tienen su tiempo al micrófono para expresar su voz. Otros en las redes conforman una comunidad en la que hacen conversar un tema puntual con los conceptos freudianos y lacanianos.
Estas intervenciones no son la misma que “puertas adentro” entre colegas. Estos espacios tienen su propia regla, tiempo y lenguaje con el que lidiar. Va a depender de qué lugar se le da al psicoanálisis, aunque también va a depender de la labor de quien se presenta a comentar. Entonces no es solo, qué lugar para el psicoanálisis por parte de los diferentes medios. Sino también, ¿En qué lugar se posiciona un psicoanalista en los diferentes medios donde se inserta?

Más allá del marco teórico desde el que se hable, influye la posición que se toma al hablar. Se puede hacer como un psicólogo, es decir, tomar a las personas o a los hechos de la realidad como un objeto, en tanto son analizables sus comportamientos y las consecuencias de los mismos. Y hacer interpretaciones desde el “sentido común”, donde el sentido ya está dado.
Una dificultad mayor surge cuando se aboga en nombre de la teoría psicoanalítica para explicar al o los individuos y su realidad, tomando una posición moral en la que se de cuenta cómo debe vivir el ser humano. La trampa que nos propone lo imaginario es llenar de sentido allí donde no lo hay, explicando, comprendiendo lo que otros no entienden. Puede un otro ubicar al psicoanalista ahí porque cree que algo sabe, porque estudió, porque leyó, porque alguien le dijo que sabía. El punto está en caer o no en esa posición de saber acabado que reflexiona en base a la certeza de un significante amo.
Tomar la posición de saber es entender y comprender demasiado rápido, cayendo en el espejismo de lo imaginario y en un impasse, no dentro del espacio del análisis del consultorio particular, sino por fuera donde se refuerza el yo y el “sentido común” en lo que refiere a la teoría psicoanalítica dando a entender que se puede saber todo y que lo no sabido el psicoanalista lo sabe, ya que pareciera que es el único capaz de leer y acceder a eso que el resto no puede, el inconsciente. Es creer que desde la teoría psicoanalítica se puede colmar de sentido a las preguntas, que se puede realizar una construcción discursiva que colme el agujero en lo real.
Las escuelas en psicoanálisis son varias, entre estas existen consensos y disensos. Sin embargo hay ejes centrales que se comparten, uno de estos es el “No todo”, no todo es posible. El riesgo está en ubicarse en la posición del todo que el discurso del amo nutre incesantemente. El discurso amo de época opera sin límite y niega lo real de la castración. El sentido pareciera funcionar para todos y la “x”, el enigma, el vacío, se completaría con un “hay una explicación para esto”, todo se podría explicar, porqué hay quienes conocen la doctrina del buen vivir. El riesgo es sostener esta posición, de manera voluntaria o involuntaria, donde imaginariamente el psicoanalista sabe y su práctica está en función de sostener un “buen modo de vivir”.
El desafío de la práctica actual es tomar el lugar de la “x”. Vivimos en una realidad que brega por dar sentido constantemente y el gran desafío es no volver a llenar de sentido cada vez que ese agujero aparece, eso que no se entiende, eso que no se explica, lo insoportable de lo real. Jorge Alemán sostiene que “Cualquier construcción discursiva, por Universal que se presente en sus pretensiones formales, siempre estará lo suficientemente agujereada” (2001, 31). Por más completo que se muestre un discurso, estructuralmente está agujereado y lo real irrumpe por donde puede o quiere.
Lacan toma de Balzac el término reverso en contraposición a revolución, que implica un retorno al mismo lugar. El discurso analítico, como reverso del discurso del amo, causa un saber producido por el sujeto, da soporte al a para que el sujeto produzca significantes. Presta ese vacío para que el sujeto pueda preguntarse.
El desafío, cuando se habla en un ámbito que no es entre colegas, es tomar esta posición. No como lo contrario a lo establecido (sino iría por la revolución), sino como quien posibilita una pregunta, una duda, un vacío. Si se presenta una respuesta que clausura, “hablando en nombre del psicoanálisis”, no se hace más que contribuir a la hegemonía del discurso que colma de sentido como un todo, de manera excesiva, ansiosa y voraz.
Somos de esta época, somos parte de las prácticas culturales de la actualidad, y estas atraviesan nuestra práctica y lo que somos por fuera de ella. Somos efecto del lenguaje pero también somos efecto para el lenguaje. Somos responsables de la posición que se toma al hablar. Y esto no pasa inadvertido, se cuentan con herramientas, como profesionales, para poder hacer algo más con eso. Es fundamental sostener los pilares que hacen a la institución “psicoanálisis”, la formación constante, el análisis personal y la supervisión. El contexto de la época hace con nosotros, pero también nosotros podemos hacer algo con eso.
Jorge Alemán habla de lo “común” como aquello donde la diferencia absoluta de cada quien se pone en juego como resultado de los tres “no hay”, relación sexual, metalenguaje y Otro del Otro. Un común que intenta ir un poco más allá de la lógica del discurso capitalista donde solo existe el “para todos”. Ir en la búsqueda de ver qué podemos hacer en conjunto con ese vacío que deja los “no hay” (Alemán 2021, 70-71). No existe experto que pueda certificar con certeza qué hacer con esto, toda presentación discursiva, por más cerrada que se presente, está agujereada. Y es desde lo común donde se puede presentar otro modo de hacer con lo real.
Desde una posición psicoanalítica se tiene algo para decir sobre un tema de actualidad o algún tipo de reflexión sobre tópicos de interés colectivo. Es instaurando preguntas, cuestionando lo dicho, prestando lugar al sin sentido donde un aporte sustancial se puede hacer. Ver los puntos de fuga. Es dar espacio a lo imposible, a lo contingente, a eso que no cierra de la actualidad, que se muestra cerrada y precisa, donde si algo falla, se arregla se cambia o se explica. Pero lo imposible muestra que siempre falla.

Alemán, J. “Izquierda lacaniana: textos intervenidos” (2021). Buenos Aires. Modesto Rimba.
Freud, S. “Presentación autobiográfica” (1925 [1924]) en Obras Completas Vol. XX. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1996
Lacan, J. (1970-71). El Seminario. Libro XVII: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.

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