Las fiestas de Navidad son, no nos engañemos, el colmo de la hipocresía y la mentira. Familias llenas de conflictos no resueltos, que consciente o inconscientemente se detestan o apenas se tratan durante el año, insisten en reunirse en nombre del «amor», porque la sociedad consumista así lo exige. Estas reuniones, promovidas más por el marketing que por auténticos sentimientos de reconciliación, reabren viejas heridas, exacerban tensiones y agravan síntomas neuróticos. Todo esto ocurre mientras el negocio de la Navidad sigue girando: la orgía de las tarjetas de crédito, el aquelarre de los centros comerciales y el despilfarro ostentoso disfrazado de «amor». En muchos casos, todo esto no es más que un intento desesperado de millones de personas por ocultarse su verdad interior: la falta de autenticidad en sus relaciones y en su forma de vida.

Para quienes no quieren o no pueden adaptarse a este teatro navideño, o para quienes sufren verdaderos problemas con sus familias tóxicas, he aquí, basado en mi experiencia personal y profesional, un pequeño…

### MANUAL DE SUPERVIVENCIA NAVIDEÑA

1. **No te traiciones.**
Si la simple idea de reunirte con tu familia te enferma o te llena de ansiedad, no lo hagas. Sé honesto contigo mismo: no estás obligado a participar en situaciones que te hacen daño. Díselo claramente a quienes insistan en que vayas, pero si temes las consecuencias de hablar con franqueza porque sabes que no aceptarán tu decisión y podrían manipularte o agredirte, está bien mentir en defensa propia. Una excusa sencilla y directa puede protegerte de un conflicto mayor. Tu bienestar emocional es prioridad.

2. **No esperes nada.**
Si no puedes evitar el encuentro, acude sin expectativas. No te engañes pensando que esta vez será diferente o que la magia de la Navidad solucionará los problemas de fondo. Las buenas intenciones, las cenas elaboradas y los brindis no tienen el poder de cambiar la dinámica emocional de una familia disfuncional. Ellos serán como siempre han sido, y nada cambiará porque sea Navidad.

3. **Sé libre.**
No sucumbas al sentimentalismo impuesto por la sociedad. La Navidad no tiene por qué significar lo mismo para todos. Sé creativo: inventa nuevas formas de celebrar. Organiza fiestas alternativas con tu pareja, tus hijos o tus amigos. Decora tu hogar a tu manera, crea tus propios rituales y celebra según tus propios valores. También puedes hacer algo completamente distinto: viajar, ir al cine, disfrutar de una buena cena en soledad o, simplemente, dormir. Tu tiempo y tu energía son tuyos, y no tienes que dar explicaciones a nadie.

4. **No aguantes.**
Si decides participar en una reunión familiar y los viejos patrones de maltrato emocional reaparecen, no te quedes callado. Defiéndete. Establece tus límites con firmeza y, si no son respetados, no dudes en marcharte. Tu tranquilidad es más importante que cualquier «tradición».

5. **No despilfarres.**
Gastar sin medida en regalos y celebraciones ostentosas no es un símbolo de felicidad ni amor, sino una confesión de dependencia al consumismo. El dinero no compra amor ni asegura una Navidad feliz. La sencillez y la autenticidad valen mucho más.

6. **No «compres» amor.**
Regala sólo por amor, no para recibir gratitud o reconocimiento a cambio. Los regalos deben ser una expresión sincera de cariño, no un intento de comprar afecto. No exageres ni te dejes llevar por presiones externas. Recuerda que el amor verdadero no se mide en bienes materiales.

7. **No chantajees ni sobornes a los niños.**
Evita el típico discurso de «si te portas bien, recibirás regalos» o «si te portas mal, no habrá nada para ti». Tampoco fomentes fantasías ficticias con personajes que premian o castigan según el comportamiento. Los niños necesitan amor incondicional, no condiciones. Los regalos deben ser una expresión de ese amor, no un sistema de recompensas y castigos.

8. **Apaga el móvil.**
Siempre que no lo necesites, desconéctate del teléfono. Dedica tu tiempo y atención a ti mismo o a las personas que amas. Permite que estos momentos sean de calidad, libres de interrupciones innecesarias. Responde a mensajes y llamadas sólo cuando realmente lo desees. Recuerda que el móvil es una herramienta, no un amo.

9. **Aprende de tus errores.**
Si, a pesar de todo, decides participar en las reuniones familiares y la experiencia resulta tan desagradable como temías, saca tus propias conclusiones. Reflexiona sobre lo ocurrido y plantéate cómo gestionar estas situaciones de manera diferente en el futuro. Aprende de la experiencia y utiliza ese aprendizaje para protegerte y priorizar tu bienestar.

### Un mensaje final

La Navidad no tiene que ser una época de hipocresía ni un teatro emocional. Puede ser una oportunidad para reconectar contigo mismo y con las personas que realmente valoras, siempre desde la autenticidad y el respeto mutuo. Así que, independientemente de cómo elijas vivir estas fechas, recuerda que lo importante es que sea de una manera que te haga sentir en paz contigo mismo.

¡Buena suerte navideña a tod@s!

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