
Muchas personas creen que leer libros de autoayuda, pensar obsesivamente en sus problemas o hablar repetidamente sobre ellos en terapia les llevará a la felicidad. Sin embargo, estas actividades son principalmente intelectuales, propias de la mente, no del corazón. Y el sufrimiento emocional, para aliviarse, requiere conectarse con los sentimientos, no solo con las palabras o los pensamientos.
Leer o reflexionar sin profundizar emocionalmente suele ser una defensa conocida como intelectualización. Muchas personas evitan conscientemente saber lo que sienten porque enfrentar sus emociones puede resultar doloroso. Sin embargo, reprimir estos sentimientos suele desencadenar síntomas como ansiedad, depresión o conflictos interpersonales.
Incluso en terapia, muchos disocian sus sentimientos de los hechos que los originaron, relatando episodios traumáticos como si fueran ajenos o irrelevantes. Este distanciamiento emocional dificulta la sanación.
Por eso, el proceso terapéutico busca devolver el color y el sonido a las experiencias. Esto implica revivir emociones, entenderlas desde nuevas perspectivas y manejarlas con mayor fortaleza. Solo entonces es posible sanar heridas profundas y verdaderamente “pasar página”.